La demencia vascular es un subtipo de demencia o déficit cognitivo que se debe a problemas vasculares, es decir, a alteraciones en las arterias que llevan la sangre al cerebro y el oxígeno a las neuronas (las células del cerebro encargadas de las funciones superiores como el pensamiento, la memoria y el lenguaje).
Es la segunda causa más frecuente de demencia, después de la enfermedad de Alzheimer, y sus síntomas y signos son muchas veces indistinguibles de otros tipos de demencia. Es más frecuente en personas mayores de 65 años y en el sexo masculino.
Se han descrito distintos patrones o subtipos de demencia vascular, según se deba a un daño crónico de los pequeños vasos (demencia subcortical), al hecho de sufrir pequeños infartos cerebrales repetidos que van anulando la función de zonas del cerebro (demencia multi-infarto), o a haber sufrido un ictus o accidente cerebrovascular (ACV) extenso.
La causa fundamental de estos problemas vasculares de las arterias cerebrales es la arterioesclerosis, proceso por el cual las arterias se van estrechando y volviendo rígidas al formarse en su pared las llamadas placas de ateroma. A su vez, en la formación de estas placas están implicados los llamados factores de riesgo vascular que son fundamentalmente el tabaco, la diabetes, el colesterol, la obesidad y el sedentarismo.
Como consecuencia, se producen los siguientes síntomas característicos de demencia vascular:
•Falla el pensamiento abstracto, aparece incapacidad de utilizar la lógica para manejar conceptos y hacer juicios.
•Cambia la personalidad (en general acentuándose los rasgos previos).
•Se pierde la memoria.
•Se deterioran el lenguaje y la capacidad de manipular objetos e instrumentos habituales de la vida diaria.
Por eso la recomendación principal es el control de los llamados factores de riesgo vascular, tanto con intención de prevención secundaria (es decir, para evitar nuevos eventos cerebrovasculares en pacientes que ya han sufrido infartos o déficits transitorios), como en prevención primaria (esto es, prevenir la ocurrencia de estos eventos en pacientes que nunca los han sufrido). Con ello no conseguiremos recuperar significativamente la función cognitiva perdida, pero se trata de evitar o retrasar la progresión de la enfermedad.
Las recomendaciones en este sentido para prevenir la demencia vascular son:
•Tratar la hipertensión arterial de forma óptima para tenerla lo más controlada posible.
•Evitar a toda costa el consumo de tabaco.
•En pacientes diabéticos mantener un control de los niveles de glucemia.
•Esquivar la obesidad y el sobrepeso, y hacer ejercicio físico con una intensidad adaptada a la situación funcional del paciente.
•Vigilar el colesterol.
Cristina Casanova Llana
Auxiliar de Enfermería de Vitalia Alcalá de Henares
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